¿Por qué tu hijo rebelde necesita liberar su ser esencial?

La crianza es algo realmente desafiante debido a múltiples motivos. Es una responsabilidad que no dispone de horarios ni fin, requiere esfuerzos en distintas áreas y exige un manejo mínimo de la psicología. Sin este último, el resultado de nuestra influencia en nuestros hijos sería difícil de predecir. Además hay altas probabilidades que termine en el camino contrario al que intentaremos llevarlo.

Una de las tareas más complicadas como padres es respetar sus caminos, en especial cuando se trata de algo que realmente consideramos nocivo para su salud. Es muy común que intentemos reprimir sus gustos y guiarlo a una dirección que consideremos más fructífera para su futuro. Todo con el objetivo de no un tener hijo rebelde.

No somos adivinos, pero aquí traemos unas situaciones que probablemente sucederán si tomas esta decisión:

Rebeldía

Como seres humanos, es común que cuando se nos niega algo y no comprendemos el por qué, busquemos rebelarnos de forma instintiva. Podrá sonar como algo negativo, pero es este instinto el que nos ha salvado de múltiples situaciones a lo largo de la historia. Nuestros pequeños solo lo siguen con la intención inconsciente de evolucionar y convertirse en quienes son basados en su propia época y experiencias personales.

Al comienzo de la paternidad, nuestro hijo no posee una personalidad muy definida, por lo que necesita mucha guía para tomar la mayoría de sus decisiones. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta dinámica necesita ir cambiando gradualmente para que nuestro hijo pueda sentirse dueño de sus propias decisiones y así conocerse así mismo.

Este camino no será fácil y, la mejor forma de transitarlo, es con el apoyo de sus padres. Así es que, en vez de ponerle trabas en sus decisiones y reprimir los aspectos que consideremos negativos de su personalidad, debemos apoyarlo e intentar que consiga una respuesta rápida a su parte negativa. Esto abrirá un canal de comunicación muy cómodo entre padre e hijo que permitirá la resolución de problemas mayores de forma sencilla.

Los hijos de padres represivos intentan postergar hasta el final la idea de tener que acudir a sus padres, ya que no sienten esta confianza con ellos.

En otras palabras, nosotros mismos podríamos crear un hijo rebelde si tenemos una actitud errónea.

No sentirse amado

Sentirse amado y aceptado por nuestro entorno es la base de nuestra psique. A partir de esta relación que construimos en los primeros años de nuestra vida, podremos basar muchas de nuestras relaciones afectivas e incluso decisiones importantes.

El conflicto constante entre un padre controlador y su hijo rebelde puede crear una distorsión del sentimiento afectivo de nuestro pequeño, creando desconfianza constante, paranoia y otros problemas.

Se les podría dificultar la toma de decisiones de identidad a lo largo de su vida. Como, qué carrera estudiar, su identidad sexual o la decisión de tener hijos.

Toda la confianza que ellos necesitan para definir quiénes son, se construye en gran parte en la relación armónica y funcional que construyen con sus padres. Por lo tanto, es importante saber aceptar las decisiones de nuestros hijos e impulsarlos a ser lo mejores dentro de lo que son.

Su identidad se intensificará 

Algo muy paradójico que ocurre cuando se intenta reprimir una parte esencial de nuestros hijos, es que muy pocas veces se logra obtener el resultado deseado. Son muy pocos los casos en donde se consigue alejar a una persona de un gusto musical, religioso, sexual o ideológico. De hecho, las personas, al no obtener la aceptación que requieren, sienten un vacío difícil de llenar. Y esto puede convertirse en algo patológico.

Entonces, lo que podría considerarse simplemente un gusto normal de una persona con sus dinámicas comunes para satisfacerlos, podría volverse en un problema interno para la mente, donde posiblemente necesite llegar a extremos para saciarse.

Daño en la relación padre e hijo rebelde

El proceso en el que duramos intentando evitar tene un hijo rebelde, se convierten en años de desaprobación y conflicto. Muchas veces finaliza en la ruptura parcial o completa de la relación del hijo con los padres.

Esto no suele ocurrir en la infancia, ya que la dependencia entre ambos lados es muy grande. Pero llegado el momento en donde es normal encontrar un mínimo de independencia, los vínculos se cortan por lo complicado que puede llegar a ser llevar una vida emocional saludable.

Lo peor de este escenario, es que en el fondo ninguno de los lados se tiende a sentir cómodo con esta decisión. Solo suele ser la más fácil de llevar, por lo que que es la decisión que se toma a primera instancia.

¿Cómo ayudar a tu hijo rebelde sin reprimir su ser esencial?

Sabemos que apoyar a tu hijo en decisiones que son muy ajenas a ti puede ser una tarea especialmente difícil. De hecho, lo más complicado no es permitirlo, sino interiorizar estas decisiones de forma que podamos ofrecer empatía a quienes queremos. Por esta razón, un error común es llevar estas tareas solos sin ayuda de alguien capacitado para brindarnos comprensión y soluciones prácticas a nuestros problemas.

La mejor opción es pedir una cita con un psicólogo especialista en problemas familiares para que pueda brindarte un camino para apoyar a tu hijo. Ir en familia también resultará en un ambiente cómodo para hablar abiertamente de cómo se siente cada uno en su propia situación.

Además, te ayudará a entender por qué te cuesta aceptar las decisiones de tu hijo y darte cuenta de tus motivos internos. Muchas veces, lo que intentamos reprimir de nuestros hijos, tiene un mensaje más contundente sobre vivencias que nosotros mismos experimentamos y archivamos en nuestra mente de una forma errónea sin evaluar bien su situación particular.

Si has controlado y reprimido durante la infancia de tus hijos la consecuencia natural es que se rebele, que busque demostrar que no se siente amado, respetado y escuchado.

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